En la vacuidad se manifiesta, la forma. En el rostro-mirada se manifiesta el alma. El alma también se manifiesta en el pie, la columna vertebral y en todo el cuerpo, pero en la cara la vemos expresada con mas sensibilidad, sus energías emergen con mas definición…probablemente porque las energías psíquicas son y contienen información mas sutil.. Del mismo modo que cuando gestiono mis utillajes, mis conceptos, cuánto muevo mi energía haciendo arte, dejo improntas. La obra recibe los signos, las trazas de mí mismo y hace a la obra parecida a mí. Es prolongación.
Hay que averiguar, quién es, este mí. También la obra recibe información de la concepción, de lo que pienso, siento y contenga este mí. Mi intención, primera y ultima. Por eso creo que la obra de arte es prolongación y transferencia del artista. El autor, con su gesto creativo cede sus materiales internos a la obra material que los recibe y manifiesta. Y concede la posibilidad de ser compartida. Tiene la posibilidad de ser aceptada, porque contiene elementos vivos. Cuando en la obra hay demasiado ruido, puede ser, porque los gestos “propios” no son propios verdaderamente. Son adquiridos, son externos al autor, y hay demasiados.
O que el exceso de ruido es tan potente en uno mismo, que se hará inviable una manifestación artística, mínima mente coherente. Ruido, hablo de ruido, porque el ruido oculta, cubre siempre algo, conversación o situación, o información. También las acciones. Ensucia, desfigura, desinforma, desdibuja una realidad. Caotiza. En todos los lenguajes, y en la comunicación verbal, el ruido es equivalente de caos y desconcierto. Cuando no, manipulación. Si el autor escoge esquemas ajenos a su vivencia interna se someterá a patrones escogidos por afinidades pero no serán los de él.. No podrá hacer una transferencia original, no cederá nada porque no tiene nada propio. Sera solo, una transferencia en crecimiento.