TRANSGRESION, AUTOCRITICA Y SUPERVIVENCIA

TRANSGRESION, AUTOCRITICA Y SUPERVIVENCIA

Solo podemos llevar a cabo el acto de transgresión cuando, todavía uno, está instalado, en el territorio de la norma. Una vez, se han pisado zonas de auténtica libertad, la transgresión es tan continua habitual y cotidiana que deja de tener peso específico y significado como tal. Hemos hecho uno “otro-salto”, dejadme decirlo así, estamos en otro nivel. La libertad en acción ha fundido el concepto de transgresión. Lo ha borrado de la escena, puesto que la propia transgresión es tan continua que ha dejado de ser un opuesto, para convertirse en única realidad. Al artista le es más fácil que al grupo social.

Atención!, en libertad, crearemos sin advertirlo, nuevas normas que detectaremos “normalizadas”. Si no estamos atentos, llegará un día en el cual, nos veremos ejerciendo, otra vez, de transgresores de nuestras propias normas. Todo esto parece, no tener final. La transgresión no deja de ser en esencia, una feroz y sostenida auto-crítica o revisión sincera.

El rapto de la libertad, es la contra revolución habitual y cotidiana; en el arte, reducto de su supervivencia, (de supervivencia de la libertad, me refiero) se hace urgente estar atentos. Qué herramientas pueden ofrecernos, eficientes servicios para mantener esta atención? Sin duda estamos ante un cúmulo de reflexiones para llevar a cabo. Trascender nuestra propia personalidad, reorientar la identificación propia, significaría una transgresión de consecuencias creativas inimaginables.

(*) Es evidente que las individualidades, las lenguas, los territorios, lo pequeño, el particular, lo local, lo especial, culturas enteras…los propios artistas y creadores.. tiende a ser asimilado, diluido, borrado, si no exterminado, por “esquemas amplios”(¿?), por seducciones, por campañas que deshacen y convierten estas calidades humanas, esta diversidad creada y rica matices de todo orden, en un modelo único o estandarizado. Una fuerza con motor ideológico y ejecutivo de “residencia” desconocida, por su complejidad y que somos incapaces de identificar, seguirá con su estrategia de dilución, la cual probablemente llegará a afectar nuestra individualidad más íntima y creativa. Pienso que reaccionamos poco ante una agresión a valores tan intrínsecos de nuestra cultura creativa.

Sometidos por intereses convencionales (el convencional es intencional y organizado, hasta el punto que lo que parece azar, está preconcebido y preparado). Tendremos que hacer algo para que prevalezcan los intereses personales. Enfrente a esto, quizás el arte como disciplina, con todos sus medios, puede tomar el papel de transgresor, hacer una reflexión en mayúscula. La transgresión como lenguaje en sí. Transgredir la norma que dicta nuestra aniquilación como seres creativos.

(*) Dirigir esfuerzos a formar un alfabeto emitido con plena conciencia, para crear una semántica llena de significados liberadores. Una acción en el tiempo y no como esencia estética, en su objetivo. Mucho cuidado al ser deglutidos, digeridos y asimilados. Paradoja, lo que tendría que adelgazar, acontece grasa. Pero, pienso que esta función ya está instalada en su ADN. Me observo a mí mismo, múltiples veces, descubriendo lo obvio o verdades, evidentes. Es el peaje que debo que pagar, si juego a la reflexión sin complejos.

El otro día oía la respuesta de un entrevistado en la radio. La pregunta era qué sabía del Budismo. El entrevistado respondió si se trataba de los habitantes de Budapest. En un primer momento me escandalicé, después pensé que de seguro que yo, en ocasiones, doy respuestas similares de nivel, al entrevistado sobre el Budismo. Lo importante es liberarse del ridículo, el cual nos paraliza en nuestra búsqueda. Lo importante es detectarlas.

De hecho, veo que es un ejercicio del todo creativo y que pide des acomplejarse, tanto para empezar como para seguir.
Demasiada vergüenza al ridículo, cuando es una herramienta para saber de nosotros, muy eficiente.

Aunque es reconfortante, para la propia autoestima, llegar con medios propios, a objetivos determinados. Coincidir, aunque sea en tiempos distintos el valor al descubrimiento, no es menor. Es más, reivindico el método, como una capacidad para anular los miedos que nos mantienen acomplejados ante el grueso del conocimiento, del cual parece, que solo unos pocos, puedan opinar. Ya me entendéis. De todos modos, tendremos que preguntarnos si el arte es fiel a su ADN.