ACEPTACIÓN

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Me interesa la crítica, la belleza, la sensibilidad, la ironía respetuosa, la armonía, lo penetrante, lo estético, la ética pero sin que intervenga expresamente, todo ello, en la obra, sea haciendo un juicio intelectual o que la expresión mimética de la realidad, que impone la necesidad comunicativa y moral la domine. Todavía no puedo trasladar estos valores, de repente, a la tela. Soy quien soy, en este preciso momento, y pinto desinhibido y sin complejos.(estoy pensando que  arrastro una buena colección de ellos).

Acepto la realidad que me rodea y la que emana de mí, como cuando sufro un ataque de discernimiento o me ahogo en angustias, sin sentido. Acepto el y lo que soy y me perdono, si hace falta. Sin este perdón, sin esta comprensión de mí mismo, sin la conciencia propia  y del momento en el cual me encuentro, el camino, ante mí, se borra, desaparece. Aceptarme es, también, dejar de compararme. Si lo hiciera quedaría abatido por la poderosa presencia de trabajos “superiores”  de otros artistas.

Ahí esta el engaño. Primero en la comparación, después, el pensar que el camino, de alguien, de una manera u otra, interfiere con el mío. La decisión es intransferible mente propia, si mi objetivo es crear de fuentes propias. Ser capaz de una aceptación real significa, verse en realidad. En el medio arte, son sutiles estas apreciaciones puesto que van estrechamente unidas a nuestro psiquismo.