BELLEZA Y CONTEMPORANEIDAD

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Mis manifestaciones (gesto e instrumentación de las manos) se expresan a veces envueltas por la armonía y el orden que la cultura me ofrece. No me interesa esconder con esta belleza recibida, las propias y desnudas realidades, pues las podría maquillar, al extremo que perdieran su “esencia de signo” para convertirse en banalidad. Es en este instante que me podría convertir en eficaz utillaje y herramienta de cualquier idea o creencia, olvidando el camino o proceso que tengo que seguir y que es el que importa de verdad. Lo propio.

Comúnmente se identifica arte con belleza. Si para la mayoría,  una obra no inspira belleza, es rechazada. Al artista lo hemos clasificado en el orden de la división del trabajo-la percepción social utiliza términos productivos-  básicamente, como productor de belleza.   

Es de lógica que se le pida belleza, pero debemos recordar y tener claro que, la esencia del alma del artista, es experimental. Más que un productor, es un investigador. Más que en un taller, él vive en un laboratorio endógeno, en su psique.   Podría muy bien ejercer de, entre otras cosas, de transgresor.

El proceso de la creación, no sólo contiene la obra como finalidad. También incluye al propio artista. La obra y él mantienen un indiviso vínculo o unidad. Él experimenta con su psicología, su ser más espiritual, y las técnicas para expresar su propio momentun 

Si no se perpetua en y con el trabajo interior, lo externo, la manifestación, resta quieta y con menos vitalidad su incardinación en el tiempo social, o contemporaneidad. Resulta una contemporaneidad debilitada. Si, con esta apreciación, me afirmo en la convicción que la contemporaneidad va estrechamente vinculada con el esfuerzo interior. Lo que podemos ofrecer a nuestros contemporáneos debe ser lo mejor de nosotros, diría Hegel.

(*) La belleza, pues, es el resultado de un trabajo en el tiempo, elaborado, destilado, cernido, construido, con amor y delicada intención.  Y no será nunca el producto de aplicar una norma alejada de nuestro acopio propio, salvo que se quiera obtener una obra fósil. El ejercicio del arte, el arte auténtico,- conseguirlo ya es  otro tema- tendrá que sufrir una revisión en profundidad sobre todo en los medios académicos más convencionales. Y como no, en cada uno de nosotros, y sobre todo en los que pretendemos estar despiertos.