OBRA UNICA Y DISEÑO INDUSTRIAL

OBRA UNICA Y DISEÑO INDUSTRIAL

La obra de un artista es única, irrepetible. Irrepetible en la concepción original, no en la posible edición. Pertenece a un presente, a un ahora y aquí que la hace original y actual. Esta obra, es manifestación de su ser. Puede ser más o menos exitosa (juicio, evaluación critica etc) pero es una obra que trae la impronta de ser única. Sin aquel ser-artista que ha hecho un acto importante, en si, de voluntad creativa, aquella manifestación no habría aparecido.

¿Un diseñador industrial o de moda textil, hace lo mismo? Un automóvil, un ordenador, cualquier máquina, un diseño de construcción, un jersey, tienen un arquitecto, un ingeniero, un diseñador detrás. Es obvio, o un equipo, detrás. Con la organización del trabajo productivo, con la división de los esfuerzos, un grupo, o grupos especializados, habilidosos en específicos tramos del sector de la línea productiva adecuada, hacen real un producto, una obra. Es lo obra-producto de aquella empresa, y de un equipo.

Es una obra colectiva y como tal, el equipo, deja sus improntas personales en el producto. Siempre bajo directivas y protocolos previos de utilidad, eficiencia y probablemente de rentabilidad. El artista, él solo, las deja en la obra, las improntas. ¿El producto, no es una obra igual de creativa? Si el producto es obra exclusiva de una persona, estamos ante una obra, aunque sea funcional, con aspiraciones artísticas. Ya podéis ver lo enrevesado de averiguar la salida, de este laberinto, como tantas situaciones enredadas de una sociedad compleja como la nuestra. Uno es diseño, construido para ser útil, en la esfera del cotidiano más necesario y eficiente.

Es una utilidad, funcional y práctica. Lo otro, la obra, nace de una sola persona y de un material intangible, inspiración y con voluntad determinada de investigación estética para ser contemplada y disfrutada desde la esfera más espiritual.
Es un material básicamente espiritual, donde el actor se prolonga a si mismo en la realización y manifestación.

¿Podríamos decir casi lo mismo del equipo de técnicos, diseñadores, emprendedores, etc que piensan y realizan el producto? En este caso las renuncias personales, a favor de la eficiencia y las rentabilidades de negocio, son tan grandes que la huella personal diría que es leve, casi imperceptible. Queda una obra-producto colectiva y muy aceptada, pero no es expresión personal única.

En cuanto a los objetos de diseño, propiamente dichos, obra personalísima de diseñador, estaríamos en la franja central de este laberinto. La voluntad de trabajo, sin embargo, es marcadamente utilitaria y por lo tanto necesariamente limitada en las aspiraciones más sublimes.

Nuestro medio productivo debería ser generosamente receptivo a las propuestas estéticas de diseñadores, para llenarnos la vida diaria, la vida útil, con enseres cuidadosamente prácticos, ecológicos y estéticos. Repito, el diseñador industrial, muy cercano a la creación como artista, a pesar de que se espera de él, una aportación estética, siempre estará limitado por los requisitos de máxima utilidad, rentabilidad y mejoras del producto en la seriación, o sea modificaciones técnicas.

La obra única de un artista con voluntad de expresión total y abierta- sin limites- es un valor creativo, que interpreta realidades, intuye nuevas visiones, expone propuestas estéticas que abren la mente, la percepción humana, el corazón y los sentidos a experiencias cercanas a zonas fronterizas de nuestro mundo o dimensión. Ante este destino queda resuelto que se dirige por instinto-creativo, a unos resultados a funcionales. ¿A resultados atípicos de sociedades tecnificadas, sociedades más necesitadas de artistas?